TE OIGO, PERO NO TE ESCUCHO
¿Cuántas veces te has dado cuenta que mientras le estás contando algo a la persona que tienes en frente, SIENTES que no te está escuchando?
Eso es, SIENTES. Somos personas que nos emocionamos, le ponemos siempre una emoción a cada acontecimiento, a cada conversación, en definitiva a cada situación. Y en esa conversación en la que le estás contando algo que te preocupa, que te importa, percibes que el otro no está conectado contigo, de estar conectado está, más bien, con la luna de Valencia, es decir, no te está escuchando. Seguramente estará pensando que lo que le estás contando no es nada nuevo, o quizá se ha aburrido de hablar de lo mismo y probablemente haya desconectado y esté pensando en lo que tiene que hacer luego.
Pero…¿desde dónde escuchamos?
Muchas veces lo hacemos desde nuestro piloto automático. Es decir, oímos solo aquello que confirma lo que ya sabemos y creemos. Estamos centrados en nosotros mismos, y antes de que el otro termine la frase le decimos: “Sí, esto ya lo sé”. Limitamos nuestra escucha a aquello que confirma nuestras opiniones.
Otras veces logramos mantener la mente abierta a nuevos datos, y nuestra escucha se centra en obtener información diferente a la que ya tenemos.
Mientras los avances en Ciencia e investigación van desarrollándose y avanzando a pasos agigantados, el ser humano, valga la redundancia, va deshumanizándose.
Si permitís que de mi opinión al respecto, SIENTO que vamos dando pasos hacia atrás como personas. Somos cada vez más individualistas, más independientes, creemos que no necesitamos a nadie para hacer las cosas. Y estamos muy equivocados, nos necesitamos para humanizarnos, para relacionarnos y sentirnos.