A los pequeños se les ayuda, orienta y se les protege enseñándoles a protegerse por sí mismos. Aún más importante es dejarles SER, dándoles ese espacio para que sean ELLOS MISMOS. Debemos dejarles que con los años se hagan con sus propias creencias e ideas, sin sentir miedo de mostrarse tal y como son. Para ello es importante, que los padres transmitan esa aceptación incondicional, de esta forma, reforzarían la autoestima del hijo.
Que con los años no sientan miedo a mostrarse tal y como son, Cuantas más expectativas tengan los padres sobre como debe desarrollarse la vida de su hijo más estarán en SU mente en lugar de ESTAR PRESENTE PARA ELLOS. Se puede llegar a convertir en una lucha entre lo que los padres esperan de su hijo,en base a lo que a ellos les gustaría. Esta lucha acaba ocasionando muchísima frustración por parte del hijo porque no se siente del todo aceptado.
Cuando se hagan adultos llegarán a situaciones complicadas en las que sufrirán, y ahí, es cuando los padres deben estar preparados para aceptar que su hijo es el que tiene que tomar las riendas de la situación, a su manera, siendo libres. Así es como evolucionarán personalmente.
En ocasiones, se les sobreprotege evitando que vivan situaciones dolorosas, incluso, puede ser más el sufrimiento real de los padres que el del propio niño o adolescente.
«Mi hijo no tendría que sufrir»… Ese pensamiento sería la raíz del sufrimiento. Detrás de él, se esconde un mensaje en el que se le hace más víctima al niño y a la situación, que de ninguna forma, le ayuda a avanzar y sobre todo a sentirse seguro de sí mismo. Desde esa victimización se genera un estancamiento y bloqueo que no da la oportunidad de sacar y aprender nuevos recursos para sobrellevar mejor la situación dolorosa, desde una actitud positiva.
Todos, absolutamente todos, y los niños también, vamos a pasar a lo largo de nuestra vida por cierto sufrimiento y dolor, y eso no nos hace más débiles sino más humanos. El sufrimiento cuando se acepta como tal la persona avanza de forma más rápida y sana trascendiendo el sufrimiento, porque deja a un lado el EGO que nos hace pensar que no merecemos sufrir sintiéndonos más víctimas y desgraciados.
El ego nos dice… «Yo no tendría que sufrir y eso nos hace sufrir más»
En el momento en que los padres se relajan y dejan a un lado sus expectativas de lo que quieren para sus hijos, el niño se siente más libre y seguro en su mundo interno.
Los padres que son emocionalmente inteligentes construyen un mundo para el niño más sano, natural y emocional.Y así, todo es mas sencillo.