APROVECHA EL VERANO PARA CUIDAR TU SALUD DIGITAL
Ya es verano, y como cada año nos merecemos nuestras deseadas vacaciones para descansar y desconectar del ritmo diario y del trabajo, que nos deja saturados. La ansiedad en el trabajo, en casa, en el colegio, la trasladamos también a las vacaciones. Ésta nos impide que disfrutemos del momento presente en el aquí y el ahora, y hace todo lo posible para que nos anticipemos y nos preocupemos por lo que vendrá y por lo que va a venir, es decir por el futuro.
Sin embargo, cuando hablo de disfrutar, implica, sobre todo, el saber disfrutar. Parece una tontería, pero hoy en día se nos olvida cómo hacerlo. Los automatismos, las anticipaciones, y las nuevas tecnologías nos complican bastante ponerlo en práctica.
El móvil no es muy buen aliado para desconectar durante las vacaciones, nos puede dificultar estar en el presente, disfrutar de las vistas o de la puesta de sol. Nos dedicamos a sacar fotos vídeos para poder enseñar a nuestros amigos o familiares lo que estamos viviendo, pero… ¿Realmente lo estamos viviendo?
“Ay, qué puesta de sol tan bonita, voy a sacar una foto y se lo voy a enviar por whatsapp a María”, para cuando hemos sacado la foto, hemos perdido los 10 segundos clave para disfrutar de ese gran momento único, porque cada puesta de sol es diferente e irrepetible. No os olvidéis, que es tan importante saber cómo disfrutar cómo saber desconectar. Para ello, empieza por el móvil. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos este eterno compañero nos tiene al tanto de todo. Dejarlo de lado durante unos días, nos permitirá disfrutar más de los que nos rodea y hacer de nuestras vacaciones algo productivo, porque muchas veces tomarse un respiro, es lo mejor para nuestro trabajo y nuestra vida personal. Vivimos tan atados al móvil que éste siempre será un hilo conductor del trabajo, impidiéndonos descansar y vivir pendientes de éste continuamente, incluso en vacaciones.
¿Sabías que las tecnologías pueden generarte ansiedad? ¿Hoy en día quién no tiene Whatsapp? La tecnología, internet y las redes sociales han venido para quedarse, nos facilitan la vida hasta tal punto que incluso nuestra manera de comunicarnos ha cambiado. El problema aparece cuando nos dejamos arrastrar por todos esos estímulos digitales, siendo, ante un uso descontrolado, perjudicial para nuestra salud mental, física y personal, debido a la ansiedad que nos genera.
Estamos hiperestimulados ante la cantidad de mensajes recibidos (grupos de Whatsapp de familia, trabajo, colegio, amigos…) y, por otro lado, tenemos, siendo o no conscientes, más control sobre los demás. Sabemos todo de todos, si ha cambiado la foto de perfil, si ha leído el mensaje, si está en línea, incluso quién ha visto mi estado de Whatsapp.
Vivimos “digitalizados”, perdiendo energía para vivir verdaderamente la vida real, en el aquí y el ahora. Ante esta ansiedad podemos llegar a sentirnos con la obligación de contestar por haberlo leído en el momento, sin cuestionarnos que ese mensaje puede esperar, al ser quizás, más importante lo que estaba haciendo en esos momentos. La exigencia de la disponibilidad “estabas en línea” hace que nos sintamos en un constante estado ansioso, contestando probablemente de cualquier manera o en cualquier sitio, porque lo que pondera en la sociedad actual es la inmediatez, acción-reacción (comida rápida, mensajes instantáneos, cajeros auto-pago, en un click la comida en tu casa…). Este tipo de ansiedad se manifiesta en algunas personas con sensación de agobio, con cierta necesidad de llegar a todo y tenerlo todo bajo control. Es importante tener presente esta falta de libertad, intimidad y autonomía con el fin de no caer en ese automatismo digital estresante y cargante, sino entrar más en el momento presente, prestando atención plena al aquí y ahora.
Lo primero, ser consciente de nuestro estado interno, de cómo nos comportamos y de qué emociones hay detrás de nuestras conductas. No podemos cambiar ni gestionar nada si no sabemos de antemano qué es lo que debemos cambiar o controlar (autocontrol).
Debemos imaginar que somos como
los coches de cambio manual, dejar a un lado el piloto automático, y ser conscientes de que ponemos la primera marcha, escuchar el motor y sentir, gracias a esa atención plena, que el coche me pide la segunda marcha. Si no presto atención en esos momentos, podría quemar el motor. Si nos dejamos llevar por el automatismo acabamos desgastados y quemados, por lo que la ansiedad nos avisa de que algo no marcha bien.